En medio del ritmo acelerado de la vida moderna, el descanso —piedra angular de nuestro bienestar— ha dejado de sentirse como algo importante y vital. Las pantallas iluminan nuestras noches, las notificaciones interrumpen el silencio y las exigencias del día se extienden mucho más allá del atardecer. Aunque el cuerpo esté agotado, la mente sigue encendida, atrapada en una dinámica que no permite desconectar del todo. Dormir, en este contexto, se ha vuelto un reto; un anhelo que choca con la hiperestimulación constante y con un entorno cultural que ha dejado de respetar nuestros ritmos internos.
No sorprende, entonces, que los trastornos del sueño estén en aumento. El insomnio, la fatiga crónica y la dificultad para conciliar o mantener el sueño se han vuelto compañeras habituales de la vida contemporánea. Frente a este desajuste, muchas personas pasan a depender de somníferos fabricados en laboratorios que requieren receta médica. Sin embargo, estos medicamentos sintéticos suelen tener efectos secundarios como dependencia, somnolencia matutina e incluso alteraciones a largo plazo en los ciclos naturales del sueño. Aunque pueden ser efectivos a corto plazo, estos suelen desconectarnos aún más de nuestra capacidad innata para descansar. En lugar de restaurar el vínculo con nuestros ritmos biológicos, estos medicamentos lo adormecen.
Para comprender cómo recuperar un descanso reparador, es clave volver a mirar hacia adentro y reconectar con la biología circadiana: el reloj interno que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia en sintonía con la luz y la oscuridad. Este sistema está presente en todas nuestras células del cuerpo y es orquestado desde el cerebro por el núcleo supraquiasmático –un pequeño grupo de células nerviosas del hipotálamo–. Este ciclo influye no solo cuándo dormimos, sino también en procesos como la producción hormonal, la temperatura corporal, la digestión y el estado de ánimo (Moore, R., 2007). Los estudios también revelan que los ritmos circadianos influyen significativamente, incluso, en el rendimiento cognitivo (Centro de Biología Circadiana, 2025).
Cuando este ritmo se ve alterado por hábitos como la exposición prolongada a pantallas, los horarios irregulares o la falta de luz natural, el cuerpo pierde sus referencias y comienza a funcionar a contratiempo. Recuperar la sincronía con estos ciclos naturales no solo favorece un sueño profundo, sino que restablece una armonía fisiológica esencial para el bienestar integral. Alineando el cuerpo con los ritmos de la naturaleza (respetando las horas de día y noche) e incorporando algunos cambios simples, pero efectivos en el estilo de vida, como el consumo de hierbas y ajustes nutricionales, se puede favorecer un descanso más profundo y reparador sin recurrir a sustancias que, a la larga, pueden resultar perjudiciales.
Factores que pueden alterar nuestro ritmo circadiano:
- Exposición a la luz artificial: La luz azul de las pantallas electrónicas puede suprimir la producción de melatonina, la hormona que induce el sueño.
- Falta de luz natural: La luz natural en las primeras horas del día le indica al cuerpo que suprima la melatonina (la hormona del sueño) y aumente la serotonina, lo que apoya los niveles de energía durante el día.
- Trabajo por turnos: Alterar constantemente los horarios de sueño puede desincronizar el reloj interno.
- Viajes a través de zonas horarias: El jet lag es resultado de la desincronización entre el reloj interno y la hora local.
- Exceso de estimulantes antes de dormir: Tomar café, mate, alcohol o fumar tabaco antes de dormir son prácticas que están muy lejos de inducir el sueño. Estas sustancias afectan el sistema nervioso y los ritmos naturales del cuerpo.
- Estrés:
El estrés hace que el sistema nervioso active la respuesta de lucha o huida, liberando hormonas, como el cortisol, que mantienen al cuerpo en estado de alerta. Además, el estrés suele venir acompañado de pensamientos repetitivos lo que se traduce en una mente hiperactiva.

La sabiduría de las tradiciones ancestrales
En diversas culturas, el sueño ha sido honrado como un acto sagrado, estrechamente vinculado a la espiritualidad y la naturaleza. En el Ayurveda, por ejemplo, se le considera uno de los tres pilares fundamentales de la salud, junto con la alimentación y el estilo de vida. Para favorecer un descanso profundo, se practican rituales nocturnos como el abhyanga, un automasaje con aceite tibio; las infusiones de ashwagandha y brahmi o bacopa –plantas considerada excelentes adaptógenos–, y la contemplación de la luna. Todos estos rituales están orientados a calmar el sistema nervioso y preparar el cuerpo para el reposo.
En la Medicina Tradicional China, el sueño es comprendido como una danza sutil entre las energías del yin y el yang. Durante la noche, debe predominar el yin —fuerza restauradora y pasiva— mientras que el yang gobierna la vigilia. Cuando el equilibrio entre ambas energías se ve alterado por el estrés o la sobreestimulación, se recurre a prácticas como la acupuntura, el consumo de hierbas como la semilla de azufaifa (jujube) y la schisandra; o movimientos conscientes como el qi gong, con el fin de restablecer la armonía interna.
Para muchas culturas indígenas americanas, el sueño ha sido desde tiempos antiguos una vía de conexión espiritual. En la cosmovisión mapuche, por ejemplo, el acto de dormir abre el espacio para soñar. Un pewma –o sueño– puede ser revelador y entregar kimün (conocimiento y sabiduría) a quien sueña. Incluso, los pewma son utilizados como herramienta diagnóstica dentro de la medicina tradicional mapuche.
Otro ejemplo más local, son los pueblos altiplánicos. Muchas de estas culturas beben té de hoja de coca antes de dormir, pues ayuda al cuerpo a relajarse en altitudes elevadas. Prácticas como la limpieza con humo o la invocación de espíritus protectores antes del descanso reflejan una comprensión compartida: el sueño no es sólo una función fisiológica, sino también una experiencia energética, simbólica y profundamente sagrada.
Volver al ritual es una manera de volver al cuerpo, a ayudarlo a soltar y entregarse. Crear un espacio al final del día para bajar las revoluciones, apagar progresivamente la mente y reconectar con el descanso puede transformar el acto de dormir en algo más profundo: un gesto de cuidado y de pausa. En ese gesto se abre la posibilidad de un descanso verdadero, restaurador, alineado con la sabiduría del cuerpo y los ritmos de la Tierra.
Consejos para un buen dormir
Al comprender y respetar nuestro ritmo circadiano y al incorporar ayudas naturales y hábitos saludables, podemos mejorar significativamente la calidad de nuestro sueño y, por ende, nuestra salud general. Dormir bien no es solo cuestión de apagar la luz del velador o mesa de noche: es un proceso que comienza mucho antes. La exposición a la luz natural durante la mañana —idealmente entre 15 y 30 minutos al aire libre— y el establecimiento de horarios regulares para despertar y dormir son prácticas simples, pero profundamente efectivas para sincronizar el cuerpo con los ritmos de la naturaleza y reducir los síntomas del insomnio (Burns, A., et al., 2021).
Esta alineación no solo favorece un descanso más profundo, sino que también optimiza la producción de serotonina, la conocida “sustancia química de la felicidad”, que por la noche se transforma en melatonina, la hormona del sueño. Cuando este proceso se ve alterado por factores como el estrés, el alcohol o la cafeína, el equilibrio se rompe. Por eso, además de adoptar hábitos diarios que fortalezcan nuestro reloj interno, podemos recurrir a ciertas plantas soñadoras que han sido utilizadas desde tiempos ancestrales para calmar el cuerpo y preparar la mente para el descanso.

Plantas soñadoras: aliadas herbales para un descanso restaurador
La naturaleza nos ofrece un apoyo profundo para el sueño, y ciertas plantas han sido valoradas durante siglos por su capacidad para calmar la mente, suavizar el sistema nervioso e invitar al descanso profundo. A continuación compartimos algunas de ellas.
- Manzanilla (Matricaria recutita): es increíblemente poderosa y tiene una amplia gama de usos en el mundo herbal. Es, además, una excelente opción para las infancias.
- Escutelaria (Scutellaria lateriflora): no solo calma el sistema nervioso, sino que, cuando se toma a largo plazo, ayuda a restaurarlo. Algunas personas dicen que intensifica los sueños. Esta planta también puede ser útil si has consumido demasiada cafeína.
- Lúpulo (Humulus lupulus): es la planta por excelencia para el sueño, ya que es un sedante potente. Además, relaja los músculos. Es muy amargo, por lo que puede ser difícil de tomar como té. Puedes usarlo en tinturas o en baños de inmersión.
- Lavanda (Lavandula officinalis): relaja el sistema nervioso, eleva el ánimo y puede ayudar con el sueño. Si te gustan los sabores florales, este será un té ideal para ti. La tintura también es muy floral. Una bolsita de hierbas debajo de la almohada o en un baño herbal también son una buena opción.
- Melisa (Melissa officinalis): levanta el ánimo, reduce la ansiedad al calmar el sistema nervioso. Y también es una muy buena opción para las infancias.
- Pasiflora (Passiflora incarnata): históricamente, se ha usado para apoyar a personas con insomnio causado por exceso de trabajo, agotamiento o sobreexcitación nerviosa.

Cuando se trata de apoyar el descanso desde el interior, no solo las plantas herbales son aliadas indiscutibles, sino también algunos suplementos. Así por ejemplo, la melatonina, una hormona que el cuerpo produce de forma natural, es la encargada de señalar la hora de dormir. Tomarla en dosis bajas y de forma ocasional puede ser útil para regular el ritmo circadiano, especialmente en casos de jet lag, turnos nocturnos o insomnio pasajero. El magnesio, por otro lado, es un mineral esencial que participa en más de 300 funciones corporales, incluyendo la relajación muscular y la regulación del sistema nervioso. Estudios han demostrado que el magnesio puede mejorar la calidad del sueño, reducir el insomnio y favorecer una sensación general de calma.
Sin embargo, quizás lo más importante en cuestiones de sueño sea cambiar la forma en que concebimos el descanso. En lugar de ver la noche como el final abrupto del día, podemos empezar a verla como una transición suave, un descenso gradual hacia un estado de calma necesario para recuperar la energía y regenerar el cuerpo. Encender una luz tenue, escuchar música relajante, practicar una respiración consciente o simplemente alejarnos de las pantallas una hora antes de dormir son señales que el cuerpo reconoce como preparativos para entrar en el mundo del descanso. Recuperar esta dimensión ritual del sueño es, en muchos sentidos, una forma de cuidado profundo.
Cultivar un ritual nocturno es una herramienta poderosa para reconectar con los ritmos naturales que el mundo moderno tiende a desordenar. Un masaje con aceites esenciales, una infusión de hierbas calmantes, o incluso unos minutos de silencio al final del día pueden transformar el acto de dormir en un espacio sagrado de restauración. Así, el sueño deja de ser una función mecánica y se convierte en una experiencia nutritiva. Te invitamos a honrar la noche, abrazar la pausa y a confiar en la sabiduría del cuerpo para su regeneración.
Si sientes el llamado a profundizar tu ritual nocturno con una ayuda natural, Ensueño puede ser una hermosa incorporación. Esta fórmula combina plantas tradicionales conocidas por sus propiedades calmantes y facilitadoras del sueño: lúpulo, pasiflora, melisa y valeriana, una sinergia de hierbas soñadoras que relajan el sistema nervioso y preparan suavemente el cuerpo para el descanso.
Fuentes:
Anima Mundi. (2025). CIRCADIAN BIOLOGY 101: Natural Sleep Aids For Restful Nights. https://animamundiherbals.com/blogs/blog/circadian-biology-101-natural-sleep-aids-for-restful-nights?_pos=7&_sid=94cacc99d&_ss=r
Burns, A, et al. (2021). Time spent in outdoor light is associated with mood, sleep, and circadian rhythm-related outcomes: A cross-sectional and longitudinal study in over 400,000 UK Biobank participants. Journal of Affective Disorders, 295, 347-352. https://doi.org/10.1016/j.jad.2021.08.056.
Castellano, Á. (2007). Guardiana del espíritu de un machi y sus sueños. Index Enferm. Vol.16, n.57, pp.65-69. ISSN 1699-5988.
Hausenblas, H., Lynch, T., Hooper, S., Shrestha, A., Rosendale, D., Gu, J. (2024). Magnesium-L-threonate improves sleep quality and daytime functioning in adults with self-reported sleep problems: A randomized controlled trial. Sleep Med X, 8:100121. 10.1016/j.sleepx.2024.100121
Moore R. (2007). Suprachiasmatic nucleus in sleep-wake regulation. Sleep Med. Vol 8, 3:27-33. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1389945707003577?via%3Dihub